Por Jochi Muñoz
Anualmente, el Ministerio de Educación lleva a cabo un acto en el que se le rinde homenaje a un docente destacado. Este año, tal honor recayó sobre una de las más prestantes figuras de la Danza del país, Irmgard Despradel, bailarina, coreógrafa y profesora de Ballet. El presente texto constituye la semblanza de esta personalidad, que tuve a bien preparar, a pedido de autoridades de dicho Ministerio. El acto tuvo lugar en el Auditorio Juan Pablo Duarte, del pabellón citado Ministerio, en la Feria Internacional del Libro, el miércoles 1 de mayo de 2013. ¡Gratísima encomienda, ya que ella fue mi profesora por muchos años!
Dos caminos divergían en un bosque amarillo,
Y pesaroso por no poder viajar por ambos
Y siendo un viajero solitario, me detuve largo tiempo
Y escudriñé uno tan lejos como pude
Hasta donde se perdía en la maleza.
Entonces tomé el otro, por como era,
Y creí haber hecho quizás la elección acertada,
Pues era tupido y requería ser hollado;
Aunque por lo que vi allí
Hubiera podido haber elegido cualquiera de los dos.
Estos versos que he colocado como epígrafe, son una traducción, no muy católica por cierto, de las dos primeras estrofas del poema The Road not Taken (El camino no tomado), del norteamericano Robert Frost. Mientras lo releía, en días pasados, pensé que nada más a propósito que ellas para hablar de una persona que su vida toda ha sido un constante escudriñar y pensar en las diversas posibilidades de hacer las cosas: Irmgard María Despradel Fonck. Despra, como cariñosamente le digo, o más bien, le escribo por el Facebook.
Primogénita de Herman Despradel Brache e Irmgard Fonck Saëhnel, la Irmgard hija, ha sabido conjugar el verbo EMPRENDER en todos los modos y tiempos, aplicando el mismo en los diversos roles de su vida: hija, hermana, estudiante, ciudadana, bailarina, profesora, colega, coreógrafa, esposa, madre… amiga. Y en cada uno ha sabido defender y hacer valer sus criterios, siempre en pro de lo que consideraba más adecuado en cada situación. Naturalmente, no siempre acierta uno en las decisiones tomadas, en cuyo caso la Irmgard no se quedaba regodeándose en su arrepentimiento, sino que potenciaba su capacidad para enmendar desaciertos y reemprender la tarea de un modo más productivo. Por igual, en los embates y pérdidas de los que no tenemos control, ella ha sacado las fuerzas para sobreponerse.
La conocí en el año 1977, cuando doña Eladia Rodríguez de Cuello preparó el I Festival de Ballet Infantil de Santo Domingo, realizado en el Teatro Nacional. A la sazón, quien les habla era miembro del Ballet Folklórico Dominicano, dirigido por Fradique Lizardo, agrupación ésta que también fue invitada a participar en uno de los cuatro ballets montados para la ocasión: Aladino y la lámpara maravillosa. Y maravillados quedamos todos cuando vimos a Irmgard interpretar el rol de la hija del mago. Su subyugante presencia nos arrobó a todos. Pero la emoción no terminaba ahí, sino, que me desbordó en lo personal cuando me invitó a tomar clases en su Academia de Ballet Superior Santo Domingo, inaugurada también ese mismo año.
Irmgard ha sabido aprovechar y sacar partido, desde siempre, de su bagaje formativo a la hora de emprender cualquier proyecto. Cursó sus estudios en el Colegio Santa Teresita y, posteriormente, en el Instituto Gregg y en el Anhurst College, de Connecticut, Estados Unidos. Sus estudios de Ballet los inicia con Magda Corbett, la recordada Madame, y los continúa con Clara Elena Ramírez, en cuyo centro fue primera bailarina durante varios años, y donde fue la primera dominicana en interpretar en el país los roles principales de los ballets La bella durmiente y Giselle. En esta misma academia empieza, también, su labor docente.
En un momento de esta trayectoria, en que me apetece ahora elucubrar que ella escuchó los versos de Robert Frost, emprende un nuevo camino que la lleva a cursar estudios en el Harkness Ballet, de la ciudad de New York, en el verano de 1974. Le acompaña Mauricio Fernández, su partner en la agrupación de doña Clara Elena. ¡Fructífera estancia en esa urbe que contribuyó a moldear su espíritu y su visión del ballet!
Al reemprender el camino de regreso a su patria, es cuando ella y Mauricio deciden fundar la compañía Ballet Santo Domingo, la que se formalizó en 1977, al abrir su local, el que acogió también a la Academia, ya mencionada. Ambas cosas, sin dudas, constituyen hitos en la historia de la danza dominicana, no sólo porque siempre es bien recibida tanto la apertura de un centro de estudios como la creación de alguna agrupación artística, sino, por los nuevos aires y bríos que significaron para el ambiente cultural de nuestra media Isla.
Con posterioridad, cuando ya la Compañía y la Academia marchaban, Irmgard tuvo el coraje de emprender un nuevo camino paralelo al que venía transitando: abrir una sala de teatro. Éste fue el hogar de la Compañía, su espacio propio para realizar las presentaciones. Con la apertura de ella se conformó la tríada Compañía-Academia-Sala de teatro, que he dado en llamar Proyecto Ballet Santo Domingo. Valga decir, que esa sala estuvo también, en todo momento, a la disposición de cualquier artista o agrupación que la necesitara. Amén de esto, Despradel se enrrumbó, también, durante cinco años, en un programa de difusión de esta disciplina, a través del espacio televisivo “La danza en el mundo”, por el canal 11 de Telesistema Dominicano.
¡Caminos, caminos…! Los hay que se deben tomar en solitario; los hay en que se marchan en compañía; los hay que se toman por simple diversión; y los hay en los que tiene uno que vérselas con disyuntivas, y decir, indefectiblemente, la última palabra. Pero en todo caso, siempre es bueno y reconfortante saberse respaldado por personas que creen y apoyan el proyecto por uno concebido. Así, en la consolidación de esa empresa en la que Irmgard se abocó, estuvo rodeada de gente muy valiosa, sin cuyos concursos le hubiera sido difícil poner en marcha el asunto.
El profesor panameño Armando Villamil fue piedra angular en la puesta en marcha del sueño de Irmgard. Por supuesto, estuvieron con ella, Mauricio y su hermana Heidi, excelente como bailarina y como maestra, y no menos como persona.
Particular mención merece el señor Karl Heinz Becker, su siempre recordado y amantísimo esposo, ingeniero de profesión, y quien se ocupaba de todos los detalles pertinentes a este ramo para el mantenimiento del local, como, además, de la realización de muchos de los elementos escenográficos y de utilería empleados en los montajes. Con él, engendró Irmgard dos hijos: Karl Frederic, que siguió la profesión del padre, e Irmgard Karoline, que, como la madre, siguió la ruta del arte.
Durante los años en que la Compañía y la Academia se fueron consolidando, algunos de sus alumnos, además de su rol de bailarines en aquella, y siempre bajo la mirada atenta de Irmgard, se fueron formando, también, como profesores. Recordamos así, entre otros, a Pastora Delgado, Patricia Ascuasiati, Dilia Mieses, Juan Calderón, María Alicia Cedeño, Judith Pereyra, Lucy Caamaño, Alejandra Dore, Chiqui Haddad, Susana Fortuna… quienes han sido transmisores de los conocimientos recibidos de Irmgard. No podemos dejar de mencionar a otros más que, por temporadas, pasaron por los salones de la Institución, ya como profesores ya como bailarines ya en la doble función de profesores-bailarines, y que contribuyeron al fortalecimiento de la agrupación: Lauri Fitz, Pilar Espaillat, Rebeca Fiallo, Guillermo Tribaldos, entre otros.
Temperamento fuerte, tenaz, aguerrido, el de Irmgard, quizás para protegerse de los embates del medio cuando emprendía un proyecto o como coraza para lograr poner reglas y orden en las cosas a su cargo. Todos sentíamos hacia la profesora un respeto reverencial, y la veíamos investida de ciertos destellos de numinosidad, con las dos características que esto conlleva: lo tremendum (lo que atemoriza) y lo fascinans (lo que atrae).
Me viene a la mente una anécdota personal en la que fui una víctima propiciatoria. En esos días de la Academia no había celulares, como hemos de suponer, así que cualquier llamada era realizada por medio del teléfono fijo de la misma, y para controlar un poco el festín de llamadas que hacíamos los alumnos, se nos pidió que solicitáramos autorización para hacerlas.
Pues bien, una de las tantas veces en que me vi precisado a usarlo, lo informo y procedo en consecuencia. Hago la llamada, pero el número al cual llamo estaba ocupado. Lo intento, enseguida, por dos veces más, sin conseguirlo, hasta que decido hacerlo más tarde, y me quedo conversando con la secretaria, en cuyo escritorio estaba el aparato. Debo indicar que la división de este lugar y el salón de clases contiguo tenía cristales, por lo que se podía ver lo que ocurría de uno y otro lado.
Como dije, estaba conversando con la secretaria, y, transcurrido alrededor de 15 minutos, intento de nuevo hacer mi llamada. La profe Irmgard alcanzó a ver, desde el salón de clase, que yo estaba con el auricular en la mano, y creyó que todo ese tiempo había permanecido al habla en el teléfono. Abrió la puerta convertida en una especie de Zeus femenina tronante, y el resto, ni lo digo. Yo, más bien, todos los presentes nos quedamos de piedra. ¡Pasaron años antes de que volviera a tocar el bendito aparato ese!
Pero, como siempre en la vida, ese aliado que todos tenemos, y que al principio creemos que es nuestro adversario, el TIEMPO, se encargó de limar, suavizar, matizar, bajar, por así decirlo, la “temperatura temperamental” de la maestra (aunque manteniendo ésta, claro está, su autodeterminación), lo que ha permitido, consecuentemente, que saliera a flote esa parte humana, compresiva, de camaradería que hoy refulge en ella, y que nos permite acercarnos y disfrutar de una Irmgard de mayor calidez en sus relaciones.
Al tiempo que el proyecto Ballet Santo Domingo (Compañía-Academia-Sala de Teatro) crecía y se desarrollaba, los vaivenes propios de estos asuntos, como es de suponer, hacía que las cosas se volviesen tornasoladas. Algunos de los que estaban en un principio se fueron; alguien, quizás regresó; otros se alejaron para no volver; hubo quienes se alejaron, pero mantuvieron el contacto; vinieron otros nuevos… en fin, que cada quien emprendía otros caminos, pero con el germen de lo sembrado por la profesora Despradel, dentro de sí.
Si bien, como sabemos, sostener una escuela es demandante, no lo es menos mantener activa, vigente y con calidad una compañía, y ya lo de mantener una sala de teatro, acarrea otros tipos de demandas que requieren unas energías y un manejo particulares. Y Despradel las afrontó. Sólo el temple de esta mujer le permitió que pudiera conducir con firmeza el destino del proyecto por dos décadas, hasta que finalmente tuvo que disolverlo.
Sin dudas, que el proyecto Ballet Santo Domingo, curtió a Irmgard Despradel; constituyó la fuerte zapata sobre la que ella maduró y se consolidó como una de las figuras más prestantes de nuestra danza. Fungía de primera bailarina, directora, profesora, coreógrafa, administradora, gestora… imprimiéndole su sello a todo.
No cabe la menor duda, que los nombres Irmgard Despradel y Ballet Santo Domingo quedarán indisolublemente unidos al escribir la historia de la danza de nuestro país.
Tras el cierre del capítulo Ballet Santo Domingo, nuevos caminos se le abrieron. Fue coreógrafa residente del Ballet Clásico Nacional (Hoy Ballet Nacional), de 1991 a 1994, y directora interina del mismo en el 2000; profesora fundadora de la Escuela Nacional de Danza (ENDANZA); miembro del Colectivo del Encuentro de Coreógrafos Contemporáneos. Por igual, construyó un salón de clase en su residencia en donde entrenaba a jóvenes talentosos; e impartió clases en la escuela Expresiones y Danza, de la Prof. Soraya Gallardo. En la actualidad es coreógrafa, maestra y coordinadora docente en el área clásica de la escuela de artes escénicas STUDIO 68.
En las sesiones de entrenamiento del bailarín y bailarina, Irmgard ha sido siempre una purista del aspecto formal del ballet; meticulosa en extremo con la ejecución limpia y precisa del movimiento. Ha creído que la formación del estudiante de danza ha de estar estructurada, sometida a un plan de estudio.
Luego de conocer la metodología de varias de las escuelas de ballet reconocidas internacionalmente, decide especializarse en el Método Vaganova (Escuela Rusa), del cual se certifica tras estudiarlo por 8 años, y del que, constantemente, realiza diferentes cursos de actualización en universidades, colleges y teatros de Alemania, Estados Unidos y Puerto Rico. Y en su afán de contribuir a la difusión de este sistema de enseñanza del ballet, ha impartido en el país talleres para profesores y bailarines interesados.
Si transitamos por la carrera artística de Irmgard, hay que resaltar su labor como intérprete y como coreógrafa. En la primera faceta, recordamos sus intervenciones enCoppelia, Rhapsody in Blue, Ratna Prica, Cafe Dansant 1920, entre otras. Como coreógrafa ha versionado una serie de piezas del repertorio internacional y ha creado un sin número de originales. Entre las primeras, tenemos La Bayadère; Silvia, la ninfa de Diana; el Grand pas de Quatre; El hijo pródigo; Apolo; fragmentos de La bella durmiente, Carmen, Cascanueses, Paganini… Mencionamos entre sus creaciones originales: Scaramouche, El diablo a las 5, Soledad, La saga del Barón del Cementerio (concepto y música Manuel Marino Miniño), Fiesta; Antonia, José y África; Julio Alberto, 6 en punto de una tarde de otoño (concepto y guion de quien les habla, basado en un cuento de Diógenes Valdez); Ballet on the rock; La prisionera del Alcazar (basado en la novela homónima de Manuel Rueda con música de Miniño);Nocturnal (con libreto de un servidor, también); El toro y la luna; El cóndor pasa, y otras más.
Tal como dijimos, Irmgard es una purista, sobre todo, cuando de montar piezas de repertorio tradicional se trate, mas, por otro lado, siente una particular predilección por explorar nuevas maneras de hacer las cosas, en la piezas de su autoría. Este camino de búsqueda de nuevos lenguajes la llevó a participar en los Encuentros de Coreógrafos, como ya señalamos, una prueba fehaciente de su amplitud de visión.
De igual modo, en reiteradas oportunidades, ha trabajado con jóvenes bailarines que no poseen formación clásica y con estudiantes y artistas del teatro, saliendo airosa en estas andanzas. Perfeccionista de la forma, como ya dijimos, pero consciente del material humano con que contaba, mostrando una gran capacidad para extraer lo mejor del mismo en todo momento.
Las piezas de la Prof. Despradel podrían o no gustar, pero es innegable que todas destilan una fina intuición, un cuidado en la puesta y una pertinente selección de los intérpretes. Un punto a destacar, es su marcado interés en dirigir la mirada hacia nuestro país, al empleo de temas y música dominicanos. Entre los compositores del patio, que ha empleado, citamos a: Bullumba Landestoy, Julio Alberto Hernández, Isidro Bobadilla, Juan Luis Guerra; el ya mencionado, Manuel Marino Miniño, entre otros. Una muestra más de su amor al terruño, es que desde hace años es miembro activa del Instituto Duartiano, en el que no desmaya en lograr mejorías sustanciales en el funcionamiento del mismo.
La labor, tanto docente como artística, de Irmgard Despradel ha sido reconocida en innumerables oportunidades. Nominada y ganadora en varias ediciones de los premios El Dorado y El Casandra, en los renglones Bailarina y Coreógrafa; homenajeada por la Coordinación de Danza de la PUCMM-CSTA, por ENDANZA, por la Blackberry Associates, por el Ballet Nacional, y, por decreto del Poder Ejecutivo, exaltada como Gloria Nacional de la Danza, en República Dominicana, en 2007.
¡Caminos, caminos… los transitados por Irmgard Despradel! ¡Caminos,caminos… los que transitamos nosotros!
Debemos redoblar afanes y esfuerzos para emular a Irmgard, empresa que me parece no será fácil, pues el grado de GENEROSIDAD que ella siempre ha mostrado, y que es la prenda más valiosa de todas las que les adornan, difícilmente pueda ser alcanzado por muchos de nosotros.
Pero que esto último no sea óbice para cumplir con nuestro deber. Creo que el mayor homenaje y reconocimiento que podamos hacerle a la maestra, es reciprocar con creces todo lo que ella nos ha brindado, que no es poco. Pero no devolviéndole nada directamente, sino, ofreciéndoselo a jóvenes deseosos de incursionar en las artes, que es lo mismo decir, ofreciéndoselo a la Patria.
¡Muchas gracias, y buenas tardes !
Miércoles 1 de mayo de 2013
Santo Domingo, República Dominicana